Cuando un individuo piensa, siente, escribe o pronuncia las palabras “Yo Soy”, inmediatamente despierta o alerta la atención de la energía vital en él y en todo lo que lo rodea. Parece que el Universo entero se detuviera ante esta señal, para proceder a manifestar, a darle forma a lo que viene después. ¿Por qué es esto? Porque las palabras Yo Soy son sagradas. Porque son eso precisamente, la señal establecida desde siempre hasta siempre, para indicarle a la energía vital que ha llegado el momento de crear. Crear algo por voluntad del Hijo de Dios que somos cada uno de nosotros.
La vida te obedecerá. Siempre ha obedecido al mandato, mental o audible, que está precedido de las palabras mágicas Yo Soy. En Metafísica se dice que son el nombre de Dios Creador, y que por eso somos hechos a imagen y semejanza de Dios. Ya que así se llama nuestro Yo Superior. Es la Presencia de Dios en el sitio que estamos. Y aquel que emplee el Yo Soy a sabiendas está con Dios. Por esto decimos que Uno con Dios es la Mayoría. Me refiero exactamente a que cuando una persona conoce ya el poder y el valor de este nombre, jamás lo usa para expresar un decreto negativo, una mentira, sino para hacer un Bien, para transformar una situación indeseable, para expresar la Verdad, y la Verdad es uno de los Aspectos de Dios. Recuerden el Evangelio de San Juan, uno de los versículos más grandiosos de toda la Biblia, y el menos comprendido. Ahora lo van a ver claro.
“En el principio era el Verbo; y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Todo fue hecho por El (El Verbo) y sin él nada ha sido hecho de lo que es hecho. En él estaba la vida… y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”.
El Verbo es “Ser”, Primera Persona. Yo soy. Ese Verbo es lo que se llama el Logos Creador. El que lo usa a sabiendas del poder que encierra, está con Dios. ES Dios en el momento y sitio en que lo usa. Nada en el Universo se puede negar a cumplir el mandato. Por eso dice el versículo “Esta con Dios, Es Dios”. Cuando lleguen a sus casas léanse todo el capítulo para que gocen comprendiendo.
No hay maestro más grande que la propia experiencia. Ustedes todos saben que cada vez que hacen un tratamiento; cada vez que han logrado un verdadero milagro yo les he dicho “no vuelvas a mencionar el problema o la situación o enfermedad curada”.
La vida te obedecerá. Siempre ha obedecido al mandato, mental o audible, que está precedido de las palabras mágicas Yo Soy. En Metafísica se dice que son el nombre de Dios Creador, y que por eso somos hechos a imagen y semejanza de Dios. Ya que así se llama nuestro Yo Superior. Es la Presencia de Dios en el sitio que estamos. Y aquel que emplee el Yo Soy a sabiendas está con Dios. Por esto decimos que Uno con Dios es la Mayoría. Me refiero exactamente a que cuando una persona conoce ya el poder y el valor de este nombre, jamás lo usa para expresar un decreto negativo, una mentira, sino para hacer un Bien, para transformar una situación indeseable, para expresar la Verdad, y la Verdad es uno de los Aspectos de Dios. Recuerden el Evangelio de San Juan, uno de los versículos más grandiosos de toda la Biblia, y el menos comprendido. Ahora lo van a ver claro.
“En el principio era el Verbo; y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Todo fue hecho por El (El Verbo) y sin él nada ha sido hecho de lo que es hecho. En él estaba la vida… y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”.
El Verbo es “Ser”, Primera Persona. Yo soy. Ese Verbo es lo que se llama el Logos Creador. El que lo usa a sabiendas del poder que encierra, está con Dios. ES Dios en el momento y sitio en que lo usa. Nada en el Universo se puede negar a cumplir el mandato. Por eso dice el versículo “Esta con Dios, Es Dios”. Cuando lleguen a sus casas léanse todo el capítulo para que gocen comprendiendo.
No hay maestro más grande que la propia experiencia. Ustedes todos saben que cada vez que hacen un tratamiento; cada vez que han logrado un verdadero milagro yo les he dicho “no vuelvas a mencionar el problema o la situación o enfermedad curada”.
Los principiantes todos, al dar las gracias por el tratamiento, comienzan de nuevo a contar y comentar “porque usted no se imagina cómo era aquello…” y proceden a reconstruir los hechos que acabamos de desbaratar. ¡Gozan reconstruyendo! Esto le explicará el por qué de las recaídas, tanto en los problemas como en las enfermedades.
¡Tienen que quitarse el hábito de volver a las andadas! ¡Me van a decir lo mismo de siempre: “Pero es que es muy difícil quitarse un hábito!” ¿Y qué culpa tengo yo que sea difícil? Claro que es difícil porque es eso mismo, un hábito, pero hay que quitárselo. Pero para acortarles camino voy a darles un lenitivo. Es más. Es la forma de impedir que el problema se ponga peor, pues si recuerdan bien, Jesús le decía a todo enfermo que El curaba: “No vuelvas a pecar, no sea que tu situación posterior se haga peor que la anterior”.
Cuando se ha logrado un magnífico resultado con la ayuda de uno de los maestros, o de uno de los discípulos ya concientes, es porque ha habido todo un procesos muy bien contraído por la persona conciente, ya que los principiantes están llenos de conceptos errados, llenos de ignorancia. Cuando medio comprenden que sus propias palabras han destruido lo que se había ganado, proceden a tratar de volver a hacer aquel tratamiento maravilloso, y la oración que expresan es más o menos la siguiente: “¡Ay, Padre!” No dejes que ese bandido desgraciado vuelva a hacer lo que tanto me hizo sufrir…”, o así: “¡Ay, Padre, no dejes que me vuelva la enfermedad de tantos años me tuvo así y así…!” Lo cual es resucitar el problema y echarle leña al fuego recordando resentimientos y rencores. La manifestación que esto trae es mucho peor de lo que era antes del primer tratamiento. El remedio que les doy es el siguiente para que no caigan en peores errores.
Cuando ustedes vean que el problema regresó después de haber estado resuelto, o la enfermedad después de haber sido curada o mejorada notablemente, ya saben qué es lo que ocurrió. Entonces digan la oración o afirmación siguiente. Sin repetirla porque es tremenda mente poderosa.
Yo soy la Resurrección y la Vida del Decreto constructivo que hice respecto a esta situación, me perdono esta recaída. Yo soy la Ley del Perdón y la Llama Transmutadota de todos los errores cometidos por mí y por toda la humanidad. Gracias Padre que me has oído.
Y nunca les puedo repetir demasiado: ¡Cuiden sus palabras, cuiden sus decretos después de pronunciar el Santo y Mágico, poderosísimo Yo Soy!
Yo soy la Resurrección y la Vida de toda la Gloria y el Bien que yo conocí junto al Padre antes de que este mundo existiera.
¡Tienen que quitarse el hábito de volver a las andadas! ¡Me van a decir lo mismo de siempre: “Pero es que es muy difícil quitarse un hábito!” ¿Y qué culpa tengo yo que sea difícil? Claro que es difícil porque es eso mismo, un hábito, pero hay que quitárselo. Pero para acortarles camino voy a darles un lenitivo. Es más. Es la forma de impedir que el problema se ponga peor, pues si recuerdan bien, Jesús le decía a todo enfermo que El curaba: “No vuelvas a pecar, no sea que tu situación posterior se haga peor que la anterior”.
Cuando se ha logrado un magnífico resultado con la ayuda de uno de los maestros, o de uno de los discípulos ya concientes, es porque ha habido todo un procesos muy bien contraído por la persona conciente, ya que los principiantes están llenos de conceptos errados, llenos de ignorancia. Cuando medio comprenden que sus propias palabras han destruido lo que se había ganado, proceden a tratar de volver a hacer aquel tratamiento maravilloso, y la oración que expresan es más o menos la siguiente: “¡Ay, Padre!” No dejes que ese bandido desgraciado vuelva a hacer lo que tanto me hizo sufrir…”, o así: “¡Ay, Padre, no dejes que me vuelva la enfermedad de tantos años me tuvo así y así…!” Lo cual es resucitar el problema y echarle leña al fuego recordando resentimientos y rencores. La manifestación que esto trae es mucho peor de lo que era antes del primer tratamiento. El remedio que les doy es el siguiente para que no caigan en peores errores.
Cuando ustedes vean que el problema regresó después de haber estado resuelto, o la enfermedad después de haber sido curada o mejorada notablemente, ya saben qué es lo que ocurrió. Entonces digan la oración o afirmación siguiente. Sin repetirla porque es tremenda mente poderosa.
Yo soy la Resurrección y la Vida del Decreto constructivo que hice respecto a esta situación, me perdono esta recaída. Yo soy la Ley del Perdón y la Llama Transmutadota de todos los errores cometidos por mí y por toda la humanidad. Gracias Padre que me has oído.
Y nunca les puedo repetir demasiado: ¡Cuiden sus palabras, cuiden sus decretos después de pronunciar el Santo y Mágico, poderosísimo Yo Soy!
Yo soy la Resurrección y la Vida de toda la Gloria y el Bien que yo conocí junto al Padre antes de que este mundo existiera.
Conny Méndez.
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